Esta agradable entrevista con Efraín León fue realizada el 17 de diciembre de 2018, en Caracas, en la Editorial Contrapunto.
Efraín León es músico guitarrista. Perteneció al Kinteto Zalvaje, la banda que Evio creó después de Adrenalina Caribe. En la entrevista, Efraín toca aspectos fundamentales como su apreciación de joven de lo que considera que fue un movimiento icónico en Venezuela durante los años ochenta, en el cual incluye a Evio, Adrenalina Caribe y a otras bandas como las de Sietecuero, Vytas Brenner, la Sección Rítmica de Caracas y Sergio Pérez, y también, la manera tan particular de Evio de tocar la guitarra 12 cuerdas. Años después, a Efraín le toca hacer música con Evio, y compartir con él gran parte de su vida...
—Gracias por la entrevista Efraín. ¿Cómo fue tu vinculación con Evio? ¿Cómo se conocieron?
—En la música
venezolana, uno como intérprete, como músico, como artista al fin, ha tenido la
costumbre de hacerle un seguimiento bien peculiar a los movimientos que han
surgido en el país.
En los años ochenta, en lo que corresponde a mis
recuerdos, tenía muy presente varios puntos icónicos de la historia musical
venezolana. Entre ellos estaba el desaparecido también, recordado y querido Vytas
Brenner, estaba Adrenalina Caribe, estaba Sietecuero, inclusive los posteriores
a Sietecuero, la gente de Yordano, la Sección Rítmica de
Caracas, todo ese grupo musical importante en la historia de ese devenir. Ah, bueno, y Sergio Pérez. Para mí ese fue un movimiento
muy importante en el país.
Ese movimiento era seguido por nosotros, que éramos
muchachos en ese entonces, y bueno, los íbamos a ver y eran mis ídolos (risas).
Recuerdo que yo fui a ver una presentación de María
Rivas y Adrenalina Caribe en el Aula Magna. Íbamos varios músicos que más o menos
intentábamos en ese momento crear o seguir los pasos de ellos, desde el
punto de vista de las propuestas de fusión, de cómo lo hacían, de generación
de nuevas propuestas musicales ligadas con la
poesía, y resaltando los valores afroamericanos, indioamericanos,
venezolanos.
Aquella Aula Magna estaba explotada de gente. Se llena el
Aula Magna. No había paso ni para los bomberos. Entonces te empezaban a amenazar con que iban a suspender el evento. Pero cuando se prendió –primero cantó
María Rivas por supuesto–, y arrancó Evio con Adrenalina, eso se vivo abajo. ¡Adrenalina pura!
Yo seguía la trayectoria de todos ellos, eran mis
ídolos. Pero lo más curioso de esto, es cómo yo conozco a Evio y paso a formar
parte de su vida, de su construcción, y el Kinteto es parte de esa construcción.
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Me invita un amigo de donde estudiábamos, del Pedagógico
de Caracas, y para mí un músico excelente, uno de los mejores, Sergio Linares. Yo recuerdo que estaban en el Centro Letonia, y para allá el gordo me invita. ‘Efraín vente para acá,
para que conozcas a un amigo, y te traes la guitarra’.
Yo me voy, y empezamos ahí
a medio tocar cosas. Y en eso se acerca Evio y yo le digo a Sergio: ‘¡Cómo no
me avisaste que ibas a estar con Evio!, y Evio: ‘Oye Efraín, mucho gusto! ¡Vamos a
tocar ahí algo rápido!, y él se dio cuenta de que yo podía formar parte de esa
agrupación, a pesar de que por Adrenalina pasaron, bueno, ¡imagínate!, Roberto Jirón y otros guitarristas de alto nivel, de músicos excelentes. Eso para mí
fue un gran honor: Evio que es mi ídolo y ahora yo tocando con mi ídolo,
bueno, perfecto.
Pasaron muchos años en ese proceso de construcción. Evio
tenía por supuesto sus ideas principales, pero cada quien aportaba su estilo.
Parte de eso era el Kinteto Zalvaje, por algo medio salvaje en la
creación. Y esa forma de habernos encontrado en la vida yo creo que
tiene que ver con muchas cosas de causalidades, y así inclusive fue con otros
músicos que, posteriormente, gracias a Evio, yo conocí, y formé parte de sus agrupaciones, una
cosa llevó a la otra, una cosa mágica, digámoslo así.
—¿Cómo te incorporabas tú con la guitarra y la manera de
tocar de Evio la guitarra de 12 cuerdas?
—Te puedo decir, como guitarrista, que Evio era algo más
que un guitarrista en la guitarra, porque él hacía percusión dentro de la guitarra
de 12 cuerdas, además, con un estilo muy peculiar latino, al que le incorporaba combinaciones que se usan tanto en el cuatro puertorriqueño como en el tres
cubano y a eso encima le agregaba la parte del rock y además la parte percutiva sobre
la misma guitarra. Eso lo hacía único.
"Yo no he visto a ningún guitarrista, y menos de 12 cuerdas, que toque como Evio. A veces yo tenía que tocar alguno de los temas estando él allí, y no era fácil. Él sabía que no era fácil, pero me decía: ¡Dale, dale, que está bien!, aunque yo sabía que me faltaba y seguirá faltándome mucho. Como guitarrista, Evio tenía un modo muy peculiar de tocar y difícil de ejecutarlo tal y como él lo hacía, entonces eso obviamente lo coloca en una dimensión distinta a la de los guitarristas venezolanos".
Uno de los temas para mí fundamentales, es “Yo me quedo en
Venezuela”, es un tema poderoso, que no lo hizo en esta coyuntura. Este tema tiene tiempo que se hizo. Pero una premonición de algo había allí. Desde el punto de
vista musical, está muy bien estructurado, está el cuatro, pero también están
los otros instrumentos...
Letra y música: Evio Di Marzo
Arreglos: Lorenzo Barriendos y Evio Di Marzo
Trompeta: Gustavo Aranguren
Flauta: Pedro Eustache
Cuatro: Saúl Vera
Culo ‘e puya “pujao” y quitiplas: Benigno Medina
Culo ‘e puya “prima” y quitiplas “cruzao”: Omar Olivero
Culo ‘e puya “cruzao” y quitiplas “pujao”: Orlando Poleo
"Evio tenía una concepción del ensamble de las cosas, bajo ese concepto de una propuesta nueva, bastante interesante, desde siempre fue así, y esa fue una de las cosas que yo aprendí de él, y que quería desarrollar como músico, antes de conocerlo".
Así que terminamos formando parte del Kinteto Zalvaje y luego
formamos parte de Adrenalina, en la segunda, tercera, cuarta o quinta etapa
(risas) de Adrenalina. Ha sido un viaje maravilloso...
—¿Qué es lo primero que se te viene a la mente cuando
piensas en Evio?
—Su sencillez, y hasta desde el punto de vista de lo
cómico, de lo tragicómico. Por su sencillez, Evio fue siempre a contracorriente en los
aspectos artísticos y de la vida. Realmente Evio era muy agradable porque
además era un tipo que no escatimaba esfuerzos para, ¡qué sé yo!, llevarte,
ayudarte... ¡Te llevo para tu casa!, ¡tú eres mi hermano!, ¡vamos a resolver esto
así!...
"Evio era un tipo muy sencillo. Y yo creo que eso es lo complejo de Evio: lo sencillo que era, al mismo tiempo que entrañaba cosas bien complejas. Evio mezclaba sus afinidades desde el punto de vista de la religión, de sus creencias políticas, de su misma naturaleza de académico con la Antropología, más su camino por la vida de San Agustín, pasando por todas las calles, por todos los rincones de Venezuela, y creo que todo eso lo hacía ser así tan especial, sencillo y muy dado, y así es como lo puedo recordar con más cariño, por la sencillez y lo franco. Evio nunca escondía nada, iba siempre muy de frente".
Evio era muy frontal y eso a uno lo motivaba a
decir: ‘Mira a este tipo, son tantas cosas, pudiera estar en otro lado’, como
quizá lo está su hermano, pero él decidió su camino, y eso se le respeta, y eso era y es para mí muy valioso. Es decir, su decisión al respecto de todo, y eso es lo que lo
diferencia. Evio no necesita marketing, ni nada de eso, Evio era pueblo, era
gente, era música, y eso le brotaba. Evio llegaba a cualquier lado y todo el mundo: ¡Ah, Evio, chévereee! Ese
es mi hermano.
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