Alfredo Cedeño - Serie "Todo mayo: Evio Di Marzo y su Adrenalina Caribe, antes y después"



Esta entrevista con Alfredo Cedeño fue realizada el 13 de noviembre de 2018 – Vía Skype EEUU / Caracas (desde la Editorial Contrapunto). Investigando por Internet, conseguí un escrito de Cedeño en el que hacía algunos comentarios sobre Evio Di Marzo y Adrenalina Caribe. Entonces le escribí y le pedí una entrevista y me respondió rápido y muy cordialmente. No me esperaba la calidad de testimonio que de pronto surgió cuando conversamos por Skype, porque no sabía que Cedeño estuvo acompañando por mucho tiempo el trabajo de Adrenalina Caribe.

Alfredo Cedeño es escritor y fotógrafo. En el año 1987, hizo una exposición fotográfica sobre Adrenalina Caribe en la galería Fantoches, en Caracas, y de la que Laura Antillano escribió una nota. El testimonio de Cedeño y de su tránsito por Adrenalina Caribe es también el de un creador o un artista que plasmó, a través de escritos y fotografías, su visión sobre lo que estaba viviendo y percibiendo. 

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Por Beatriz Pantin

—Alfredo, muchas gracias por la entrevista. ¿Cómo se dio tu vinculación con Adrenalina Caribe?

—Hola Beatriz, buenos días, gracias por tu invitación.

Fotografía Núm. 1 de Alfredo Cedeño / Orlando Poleo
"Cuando tú me preguntas por Adrenalina Caribe, yo diría que Adrenalina Caribe fue la conjunción de una serie de talentos como pocas veces se ha visto en Venezuela".
—Está el caso de Álvaro González, el jefe de tarima de Adrenalina y también de Yordano, y de mucha de la gente que pasaba por ese crisol de talentos que fue la sala “Fandango” en el Callejón Pedroza de La Florida.

Álvaro había estudiado fotografía. Él había obtenido una licenciatura en fotografía, no recuerdo bien si en Boston o en San Francisco. Entonces ese tipo era el jefe de tarima, y esos estudios de fotografía estuvieron al servicio de la puesta en escena de Adrenalina. Esto fue fundamental.

Álvaro se reúne con gente como Borregales, que además era egresado en Letras de la Central, y mi vínculo se establece con ellos, porque fíjate…

En fines de los años 1970, comienzos de los 80, yo creo una revista que se llamó El Balurdo, nombre que yo le puse junto con Ramón Hernández –que fue realmente el que me incitó a que ese fuera el nombre de la revista–. Esa revista, como todos los proyectos quijotescos que uno monta, duró hasta que duró la plata que me había prestado una gente. Y yo lo que hacía era que con cada número que lanzaba, organizaba un concierto en algún barrio de Caracas. Así fue como al grupo Jhairo de Noel Márquez, que Jhairo se escribía: j, h, a, i, r, o, porque significa “Jóvenes haciendo arte y rompiendo obstáculos”, se le dedicó el primer número.

El segundo número se le dedicó a un grupo Autana. Era un grupo de muchachos de Sarría, donde entonces Orlando Poleo tenía 12 años, y Orlando Poleo y Néstor Pérez tocaban la percusión. Orlando tocaba las tumbadoras y Néstor Pérez los bongó. Organizo un concierto que se hizo en la calle de atrás de la Contraloría General de la República, y ellos descargaron ahí toda una tarde. De ese evento, la única reseña que hubo en el año 1980 la hizo El Diario de Caracas. La escribió María Teresa Arbeláez –lo recuerdo muy claramente–, y ahí empieza mi vínculo con Orlando.

Pasa el tiempo, y en un aniversario, que no puedo recordar ahora tampoco con precisión, del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa, en el cual la cuartilla de la que yo formaba parte llega a ganar las elecciones para la Secretaría General en la figura de Javier Conde, organiza –en el entonces Palacio de las Industrias, en Pro Venezuela–, una fiesta donde toca Adrenalina Caribe, y es la primera vez que yo oigo a Adrenalina Caribe en vivo, y ahí pues está Poleo.

Cuando veo al gordo Poleo y veo a Néstor Pérez, “Catirito”, como le decíamos nosotros, me acerco a saludarlos: 

—'Poleo, Nelson, ¿cómo están?'… 

Empezamos a conversar, y yo le digo a Poleo

—Oye, pero qué bueno que estás en esto… 
—Tienes que ir a los conciertos, a los ensayos de nosotros, me dice Orlando Poleo.

Entonces me da la dirección de ellos allí en el Callejón Pedroza, y yo me voy para allá simplemente a saludar a Orlando, y estaban ensayando para un concierto que iban a hacer en el Poliedro de Caracas.

Fotografía Núm. 2 de Alfredo Cedeño / Adrenalina Caribe en concierto

Yo en ese entonces escribía, colaboraba frecuentemente, para Últimas Noticias. El secretario de redacción era Wilmer Suárez y el señor Galán era el jefe de información, y me publicaban todo lo que yo llevaba, y con gran libertad. Yo abordaba mucho el tema cultural.

Me voy para el Poliedro con ellos, retrato el concierto, hago una nota y Poleo me llama para darme las gracias: 

—Oye, ¡qué bonito lo que escribiste!, Evio te quiere saludar, ¿cuándo puedes tú venir de nuevo por Fandango?...
"Me voy para Fandango, y bueno, todos ellos me tratan con mucha calidez, y yo ahí empiezo a ver y a plantearme: 'Oye, qué bueno sería poder documentar a toda esta gente', y empiezo a ir, simplemente empiezo a ir… Cada vez que podía, me iba para allá. Ellos me llevaban a los conciertos, y nos sentábamos, y eran horas infinitas de conversa en autobuses...". 
Me acuerdo ahora mismo de un viaje para Valencia, de un toque que al final se suspendió que era en el Embalse del Guataparo. Entonces te puedes imaginar lo que eran todas aquellas conversas, todo aquel ambiente de fiesta donde estaban Rodolfo Reyes en el saxo, Roldán Peña en la guitarra, por supuesto Borrego en los timbales, no me puedo acordar de un muchacho moreno de barba –el que estaba en la batería–, Carlos Puchi, en el bajo y que era, digamos, el director musical. 

Fotografía Núm. 3 de Alfredo Cedeño / Adrenalina Caribe en concierto

Mira, era una gran familia. Había una calidez y había una cosa en donde Evio era uno más, contrario a lo que se pueda pensar. Sí, él era como que la voz cantante, pero Evio era uno más, y recuerdo más de una vez que estos le caían encima, lo regañaban: '¡Cállate la boca chico!, ¡quédate quieto! No es así, es así', y agarraban sus canciones y trabajaban con ellas. Había una gran libertad, un gran ambiente creativo, que era lo que caracterizaba a Adrenalina.

En esa época, como te dije, que escribía para Últimas Noticias, yo también viajaba con frecuencia a Puerto Rico, por razones familiares en aquel entonces, y entrevisto al Tite Curet Alonso… 

Después terminamos haciéndonos amigos porque él además tenía un apartamento muy cerca de donde yo tenía mi apartamento en Isla Verde, y yo cada vez que iba a San Juan, lo llamaba, lo saludaba, lo visitaba, y le llevaba discos de cosas que se estaban produciendo en Venezuela, y había dos cosas que él esperaba y disfrutaba con fruición: los discos de Guaco y los discos de Adrenalina.

Y recuerdo muy claramente las palabras que siempre reiteraba el Tite Curet, él decía: 

—Oye, Guaco es otra cosa, pero Adrenalina la botó, decía. Lo que está haciendo Adrenalina yo no sé qué es, pero están haciendo algo que no se ha hecho, decía el Tite Curet Alonso.

Y cada vez que yo llegaba me preguntaba: 

—Oye, ¿la gente de Adrenalina ha hecho algo nuevo? 
—No, están trabajando en un disco...

Y apenas salía el disco yo compraba dos discos: el mío –y además ellos me insultaban y regañaban y decían que por qué yo estaba comprando discos–, y yo les decía: 'Bueno, tengo que comprar el disco, tengo que colaborar', y compraba el mío y compraba el del Tite Curet, porque lo disfrutaba. Tú le veías la cara…

Yo llegaba a su apartamento e inmediatamente rompía la bolsita plástica y me decía:

—No, no, vente, siéntate... 

Y se ponía a escucharlo y se deleitaba. Yo le veía la cara de goce al Tite Curet, disfrutando, y me decía: 

—Pero ¡oye eso!, pero ¡mira esto!

Y eso te da un poco la idea del calibre del proyecto de Adrenalina.

—Escribiste sobre Adrenalina Caribe e hiciste incluso una exposición fotográfica en lo que era la galería “Fantoches” sobre esta agrupación. ¿Cómo  fue esta experiencia y cómo podrías describir esa relación de cercanía con Adrenalina Caribe?

—Mira, ¿cómo se da mi acercamiento con Adrenalina? Algo que yo he dicho en otras oportunidades con otras entrevistas –de hecho hay una gente en la ULA que hizo una tesis de grado que estuvo basada en mi trabajo en la época de El Diario de Caracas–. Es que yo, por encima de cualquier cosa, soy un creador, soy un artista. No soy un comunicador, no soy un reportero gráfico, no soy un fotógrafo, soy un creador. Entonces cuando yo escribo mis artículos que se publican en El Nacional, cada jueves, yo estoy escribiendo, yo no estoy haciendo opinión, yo no estoy haciendo crónicas, yo no estoy haciendo periodismo, yo estoy creando. Cuando estoy haciendo fotografía, no estoy documentando, estoy creando, porque para mí la literatura y la fotografía son dos herramientas creativas.
"¿Qué fue lo que me cautivó a mí de Adrenalina Caribe en su momento?, que yo sentí que era una conversación entre pares, que eran otros creadores los que estaban allí. No eran unos músicos cualquiera, no eran unos intérpretes: eran unos creadores. Entonces ese acto creativo produce una epifanía que es lo que me lleva a mí a decir: 'Bueno, yo quiero rendir un homenaje a lo que es este acto creativo'". 
Es decir, cuando tú veías tocando a Alberto Borregales... –te va a sonar loco lo que te voy a decir–, pero es que Alberto hacía poesía con sus baquetas sobre el cuero. Yo entendía, cuando leía los poemas de Alberto, cómo él tocaba.

Fotografía Núm. 4 de Alfredo Cedeño / Adrenalina Caribe en concierto

Pero además recordaba, porque no olvidemos que Evio y Yordano fueron estudiantes de la Central, y que antes del episodio de Adrenalina hubo un intento que fue Sietecuero que junto con ellos, con Evio y Yordano, estuvo también Alberto Slezynger 

Por Fandango pasó también Colina, porque es bueno volver rápidamente hacia atrás, a lo que fue la experiencia de Fandango.

Tú estabas en un ensayo de Adrenalina y de repente llegaba Ilan Chester, de repente llegaba Colina… y estaban todos ellos metidos allí, llegaba Yordano, y empezaban a hacer sugerencias. Es decir, había una especie de olla de presión donde se estaba cocinando todo un talento, y todo eso cristalizó en Adrenalina.
"Evio fue un tipo muy inteligente, un tipo muy sensible pero muy inteligente, y que era capaz de asimilar y de incorporar a su propuesta todo aquello que enriqueciera su trabajo". 
Entonces si llegaba Ilan e Ilan le hacía una sugerencia a este muchacho del teclado –ahora no puedo recordar su nombre–, sobre unos acordes, inmediatamente eso se incorporaba y todo eso se hacía de manera desprendida…

Allá había una comunión de cosas. Y eso me ayuda a mí a entrar en esa sintonía, y empiezo a hacer todo ese proceso, todo ese registro fotográfico. Cada vez que hacía una foto... recuerdo una que tengo conmigo, que te la voy a transmitir, donde está Borregales escuchando lo que están diciendo, y Borregales está en esta pose sobre el timbal (se coloca las manos sobre la cabeza), atendiendo lo que se está diciendo, concentrado en lo que se está planteando ahí en la sala, y es que eran cosas tan hermosas y tan terribles…

Fotografía Núm. 5 de Alfredo Cedeño / Alberto Borregales

Yo recuerdo que en un concierto en Mata de Coco de repente hubo un blackout total, y todos empezaron a gritar. En una de estas, se abre un seguidor sobre la cara de Evio, que está en una urna, y de repente se abre la luz, y Álvaro González –que te nombraba antes– en una carretilla de esas de cargar cosas, va arrastrando la urna hasta que Evio llega al frente del micrófono y salta de la urna, y dice: “Yo no quiero morir”, y empieza a cantar… ¡El delirio!… Era una cosa…
"Un concierto de Adrenalina era algo que había que vivirlo. Ningún concierto lograba en toda esa época, esa intensidad, esa fuerza emocional que tenían los conciertos de Adrenalina". 
Te repito, había toda esa carga creativa, y yo me incorporo allí y paso todo un año en ese proceso que además inicialmente empecé a hacerlo en color y después dije: 'No, voy a hacerlo en blanco y negro', porque empecé a pensar qué pasaba si este material, haciendo un juego con toda esta cosa tan avanzada que ellos hacían, lo mezclaba a la vez con un virado a sepia, es decir con una técnica fotográfica de los años 1930, 1940 y 1950, por ese choque que iba a producir.

Hubo en Caracas un excelente laboratorista, el viejo Nelson Campos, ya muerto también, que un día –él me hacía todas mis copias–, me pongo a hablar con él, y me habla de hacer un virado de negativos en blanco y negro a color, y yo me dije: 'Vamos a hacer unas pruebas'. Hicimos una prueba con unas fotos en infrarrojo que yo había hecho en Nueva York, y en lo que veo inmediatamente yo me dije: 'Esto es lo que tiene que hacerse con Adrenalina'. 

Entonces todas mis fotos fueron ampliadas en formato 50 x 60, y unas se hicieron en tonos dorados, unas en tonos azules, unas en tonos verdes, unas en tonos violeta..., o sea para que toda esa fuerza que había ahí se tratara de ver en esa explosión de colores que había, y esa exposición se mostró en la galería Fantoches, del Colegio Nacional de Periodistas, ahí en la Av. Andrés Bello.

Artículo (parte I) de Laura Antillano, publicado el 30 de mayo de 1987, en El Nacional, sobre la exposición fotográfica de Alfredo Cedeño en la galería Fantoches. Tema: Adrenalina Caribe / Última frase de la imagen de la nota (que no se puede leer): "...la vena predominante en el frente, el cerrar de ojos, que nos está prohibido percibir en el espectáculo. Fotos que hablan del reposo en el ensayo, del agotamiento, del humor..."

Artículo (parte II) de Laura Antillano, publicado el 30 de mayo de 1987, en El Nacional, sobre la exposición fotográfica de Alfredo Cedeño en la galería Fantoches. Tema: Adrenalina Caribe 

Evio estuvo muy agradecido, asimismo su papá, Vicente, que además fue fundamental para la carrera de ambos, tanto para la de Evio como para la de Yordano. El padre de ellos era dueño de una cosa de publicidad, de vallas y de avisos y estas cosas. Entonces agarró y compró ese sótano para que ellos tuvieran un lugar donde ensayar y fueran a joder para allá, porque por supuesto vivían atormentándolos en la casa allá en Cumbres. 

Ellos, que además como buenos descendientes de italianos, tenían el turco bien cerca, empiezan a alquilar Fandango para que otra gente ensaye. 

Pero a veces Evio, que era bien quisquilloso con eso, decía: 

—Bueno, cuando se hace un compromiso, se cumple... 

A veces Evio se ponía un poco quisquilloso con el cobro, pero te puedo decir que infinidades de veces la gente no pagaba porque decían: 'Bueno, yo te pago ahora, ya va, espérate'… Pero esa sala estaba acondicionada y equipada con todo, es decir debidamente aislada acústicamente, y eso estaba ahí al servicio de la gente amiga que iba a ensayar, a practicar, en fin, a todo un montón de cosas.

Entonces ese fue mi acercamiento con Adrenalina. Te puedo decir que me marcó, me marcó muchísimo, me marcó ese ambiente. Yo me acuerdo que pasaban cosas como estas...

Un día creo que llegó Borregales con un casete de 4:40. Estaba empezando 4:40. 'Tenemos que escuchar esto', y todos nos sentábamos a oír 4:40, y todo el mundo: 'Oye, mira eso, mira cómo resolvieron'... 
"Era una constante educación que había allí, una constante formación, una constante búsqueda, y eso se veía, eso se sentía en las producciones de Adrenalina".
¿Qué pasó con Adrenalina? Yo creo que también se agotó. Le pasó un poco lo que le pasó a Sietecuero. Llega un momento en que se agota el hecho de tanto talento junto. Mira, tú tienes un monstruo como Alberto Borregales, un monstruo como Orlando Poleo, un monstruo como Carlos Puchi, un monstruo como Roldan Peña, un monstruo como Evio Di Marzo... 

Es decir, yo creo que demasiado duró Adrenalina, demasiado. Porque es que todos eran buenísimos. El mejor saxo de Caracas era ese muchacho Rodolfo Reyes, con una humildad además... Lo que era el corazón, la médula, gente que estaba en esos conciertos, en esos ensayos de todos los días… Rodolfo Reyes, oye, ¡ese muchacho era un genio!, es genio –no sé qué ha pasado con Rodolfo–. Tú tenías, te repito, ese crisol de talentos allí, y yo me sentía… 
"Indudablemente yo fui un privilegiado de poder disfrutar de todos ellos ahí en vivo, de comer con ellos, de conversar con ellos, de tomar con ellos, de compartir, de soñar…".
Yo me acuerdo de Evio una vez... Yo tenía un machito con el cual hacíamos cosas y nos íbamos, entonces recuerdo… lo que pasa es que yo siempre he sido bajo perfil, no me gusta aparecer en cámara.

Pero me acuerdo que él tenía un tema y me decía:

—Es que vamos a hacer un video y vas a ir tú manejando, y vamos a llevar la cámara aquí, porque la acción tal la vamos a hacer… 

Y yo le decía: 

—Déjate de vainas, quédate quieto, quédate quieto. No, no, no… 
—Pero es que yo quiero que tú estés en el video... me decía Evio... 

Y era eso: constantemente estar inventando, estar creando... Es decir, había una creación constante. Eso era.
"Si tú me dices, ¿qué pasó con Adrenalina, cuál era el secreto de Adrenalina? La creación constante. Ahí no se paraba de crear un momento. Era estar constantemente creando, inventando, pariendo cosas, alucinando… y yo creo que si hay alguna manera de definir a Adrenalina es que fue una alucinación preciosa.
—¿Qué recuerdas de Evio? ¿Cuáles son tus impresiones?

—Yo creo que es importante, Beatriz, decir que Evio fue lo que en nuestro tiempo llamábamos un "niño bien", un muchacho clase media-alta, antropólogo, hijo de un hombre como Vincenzo. Evio pudo haberse dedicado perfectamente a cualquiera de los negocios que el viejo hubiera querido para él, y él, Evio, puso todo eso al servicio de la creación. Eso hay que decirlo.

Fotografía Núm. 6 de Alfredo Cedeño / Adrenalina Caribe en concierto - Evio Di Marzo

Evio fue un tipo muy generoso, muy espléndido… Él no se medía. Y debe decirse que además su búsqueda espiritual no era de nueva data. Ya en aquel entonces Evio hablaba de su posibilidad de acercarse al Islam. Estamos hablando de finales de los 70, comienzos de los 80. Eso venía dado un poco también por su cercanía a través del ejercicio del oficio antropológico, más que del ejercicio, de su formación como antropólogo, en su época de estudiante, de todas sus investigaciones sobre las culturas indígenas venezolanas. Por eso es que hay canciones de Evio que son emblemáticas. Esa canción que habla de antes que llegaran los españoles (“Selva del tiempo”)… Allí hay una lección histórico-antropológica de Venezuela increíble. Como también la hay en “Yo me quedo en Venezuela”.

"Yo me quedo en Venezuela", del 3er LP de Adrenalina Caribe "Evio Di Marzo-Adrenalina Caribe", año 1987 (*)
"Hay una carga emotiva, afectiva, que no se puede soslayar a la hora de hablar de Evio, porque a fin de cuentas, si bien había todo este grupo de talentos, y sin menoscabar, por favor, que quede claro, el artífice, el orfebre que logró engastar todas esas piezas en una sola pieza fue Evio, porque había un carisma que tenía él". 
Siempre se dice que se habla bien de los muertos pero es que carajo Evio era Evio: un tipo adorable, un tipo que te convencía de cualquier cosa. Ojo, y todo con una relativa dulzura. A veces tenía unas arrancadas que tú le dabas un cachetón… 'Anda pa’ llá, deja la vaina'. Pero era un tipo, oye, que era capaz de inventar cosas…

Fotografía Núm. 7 de Alfredo Cedeño / Adrenalina Caribe en concierto - Evio Di Marzo

Hoy en día a uno le parece nada pero es que cuando él hizo la canción de la computadora: 'ya yo me compré mi computadora, en "Muñeca de porcelana"', ¡oye!, eso en su momento… todo el mundo se quedó… porque realmente nadie se lo planteaba. 

Yo me acuerdo del Tite Curet Alonso dando alaridos con esa canción, con las manos en la cabeza, decía: 

—'¡Oye, oye, oye!… pero ¿qué es esto?'...

El Tite Curet Alonso, niña mía. 
"Evio era un tipo que sacaba a todo el mundo de su zona de confort, era un tipo que te obligaba a crear, te obligaba a pensar, y esa es parte de esa grandeza que hace explosión en Adrenalina, y por eso que Adrenalina es única".
Videoclip de "Muñeca de porcelana", del 3er LP de Adrenalina Caribe "Evio Di Marzo-Adrenalina Caribe", año 1987 (**)

Yo no estoy menoscabando el trabajo de ningún otro, ojo, que quede claro. Tú tienes otro talento fuera de serie como el caso de Colina. Oye, Colina, que además no dice eso, y yo un día se lo recordaba delante de Evio precisamente, y Colina se puso rojo… Mira, cuando Colina decide regresar de Londres a Venezuela, en Londres la vanguardia musical estaba de luto… '¡No te vayas!', porque es que estamos hablando de un hombre que revolucionó la música en el mundo coño. Oscar de Jesús Colina, ese negrito al que muchos llaman parejero, pero que es un genio, revolucionó la música de su tiempo y eso tiene hoy en día impacto, Bon Jovi lo reconoce.
"Es que vivimos un momento único, y un momento tan especial, que tenía que aparecer Adrenalina. Es verdad… Yo me emociono cuando hablo de Adrenalina".
Pero además fíjate una cosa que era que todos esos talentos con gran generosidad se ayudaban unos a otros. Ilan llegaba a Fandango y se sentaba y oía algo, y entonces se ponía en el piano a jugar y decía: '¿Por qué no ponen esto?'… y venía Oscar de Jesús y agarraba el sintetizador y decía: Pero vamos a hacer esto. Todos… Estaba tocando, estaba ensayando, estaba preparándose Yordano, y venía Evio y hacía lo mismo, y lo hacía con todos ellos. 
"Es decir, había por encima de todo eso que yo te dije: era una epifanía donde todos comulgaban, pero, mira, de la manera más desprendida del mundo, y nadie se ponía con vainas...".
(*) Subido en Youtube por Kinkalla visual
(**) Subido en Youtube por superjetter

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